Los detractores deberán seguir comiendo mierda: si alguien merecía ir a los Juegos Olímpicos 2024 era Mascherano



No era necesario que Javier Mascherano clasificara a la selección argentina Sub 23 a los Juegos Olímpicos de París 2024 para reconocerle sus virtudes como técnico. Hay que andar realmente por la vida con una venda en los ojos para no admitir que Mascherano es un entrenador probo en lo que hace, y que pierde y gana como todos los técnicos del mundo. Es cierto que en su incipiente carrera perdió más de lo que ganó, pero eso no habilita a sus detractores a poner en tela de juicio su capacidad de conducción para llevar adelante la gestión en las selecciones nacionales juveniles. Nadie mejor que Masche para darle continuidad a un proyecto que siempre tenga a la selección argentina como prioridad de todo. Porque si hay alguien que representó con sentido de pertenencia y lealtad por la camiseta argentina fue Mascherano.

Justamente por eso si alguien merecía esta clasificación a los Juegos Olímpicos de París 2024 era Javier Mascherano. No hubiera sido justo que la selección argentina mirara desde afuera la gran cita olímpica teniendo un plantel repleto de jugadores con un presente y futuro promisorios desde cualquier lugar en el que se los pueda analizar. Y en esa elección de futbolistas y conformación del equipo mucho tuvo que ver la mano pedagógica de Mascherano. El Jefecito supo darle su impronta táctica y estratégica a un grupo de jugadores que él conoce como la palma de sus manos. Desde sus inicios en el predio de la AFA estos chicos están tallados a imagen y semejanza de Masche. No importa que algunos de ellos carguen sobre sus espaldas con las frustraciones que significaron la no clasificación al Mundial de Indonesia en el Sudamericano Sub 20 en Colombia o con la eliminación en el propio Mundial de la categoría que finalmente se llevó a cabo el año pasado en Argentina porque la Fifa le dio de baja a Indonesia por cuestiones políticas. 

En ese sentido, lo realmente elogiable del ciclo de Mascherano es la capacidad de resiliencia que mostró este grupo para procesar con inteligencia aquellas desilusiones deportivas y tratar de no repetirlas para encarar este Preolímpico en Venezuela. Masche armó un equipo que protagonizó los partidos, que nunca fue inferior en juego y oportunidades a sus rivales y, sobre todo, que supo absorber la presión que significó definir la clasificación a los Juegos Olímpicos nada menos que contra Brasil, el rival de toda la vida.  

Pero Mascherano y su equipo de colaboradores no están solo en este proyecto bañado con los colores celeste y blanco. Si la selección argentina Sub 23 estará en París desde julio para disputar los Juegos Olímpicos, también lo consiguió gracias al trabajo mancomunado que se viene realizando en la estructura de la AFA con el presidente Claudio Tapia a la cabeza de todos. Nada es casualidad de lo que pasa en las entrañas de la Asociación del Fútbol Argentino. Si Chiqui bancó a capa y espada a Mascherano es porque ve en él al técnico ideal para desarrollar un plan integral de cara a lo que viene. Y si de algo puede jactarse Chiqui es de tener el ojo entrenado para detectar lo mejor para la selección argentina. El presidente de la AFA se equivocó con la elección de Jorge Sampaoli, pero enseguida corrigió la mira telescópica y le apuntó a Lionel Scaloni. Tan mal no le fue porque de la mano de Scaloni Argentina consiguió el título de la Copa América 2021 ante Brasil en el Maracaná, la Finalissima ante Italia en Wembley y el Mundial de Qatar en 2022. Ahora la otra apuesta de Chiqui es Javier Mascherano. Y el Jefecito le devolvió semejante grado de confianza con esta clasificación olímpica. Por eso aquellos oportunistas que esperaban agazapados para bajarle el martillo al trabajo de Mascherano deberán seguir comiendo mierda, como alguna vez patentó el propio Masche cuando todavía era jugador de la selección argentina.  

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Heinze debe irse de Newell's

Coronel Aguirre campeón, la leyenda continúa

Di María, el pibe que heredó un mandato familiar y formó una gran familia