El ojo crítico de Mauricio

No es de entendidos asegurar que Newell's peleará por el título de la Copa de la Liga porque ganó los primeros dos partidos que jugó. Encima lo consiguió afuera del Coloso y ante rivales que seguramente les darán un dolor de cabeza a más de uno en el recorrido del torneo. Pero lo que sí está afuera de discusión es que a Éver Banega le bastaron apenas dos partidos para convertirse en el dueño absoluto del equipo de Mauricio Larriera. Newell's ya juega bajo el influjo futbolístico de un verdadero crack de potrero como Banega. Con todo el respeto del mundo que se merece el resto de los jugadores, Newell's es Banega y 10 más. Y eso que hoy cuenta en el plantel con un goleador serial como el uruguayo Juan Ignacio Ramírez, quien ante Lanús ya mostró las credenciales con las que llegó al fútbol argentino.  Es tanto el poder de dominio que tiene Banega que no hay que ser demasiado ducho en el tema para darse cuenta de que Newell's está destinado a jugar bien sólo cuando Éver

Rosario Central inició el camino de la Copa de la Liga 2024 con un juego similar al que terminó en 2023. Pero ya no es el mismo equipo que solía penar de lo lindo el año pasado cuando jugaba afuera del Gigante. El jueves volvió a demostrar en Tucumán que no despliega un juego virtuoso de un equipo campeón, aunque esta vez el rival de turno le jugó con el miedo que se les tiene a los campeones.  En ese sentido, Central deberá acostumbrarse a este nuevo rol. Es evidente que el traje de último campeón de la Copa de la Liga le queda como ropa holgada en el juego, pero le calza de maravillas en el respeto que les infunde a sus rivales. Atlético Tucumán buscó desarmarlo desde el primer momento y la respuesta fue que se encontró en desventaja con el gol de Martínez Dupuy. Central no había hecho prácticamente nada para ir ganando el partido. Ni siquiera se acercó al arco defendido por José Devecchi. Apenas un remate de Sandez que exigió al arquero del conjunto tucumano y no mucho más.  El

Un partido de pretemporada nunca dice toda la verdad sobre cómo jugará un equipo para encarar las competencias que deberá afrontar en el año, pero sí entrega señales sobre la idea que cocina a fuego lento el técnico. A primer golpe de vista, el Newell's de Mauricio Larriera que jugó el miércoles ante River de Montevideo insinuó un funcionamiento que tomó clara distancia del protagonismo que venía mostrando cuando Gabriel Heinze era el entrenador. Se vio a un equipo con menos prepotencia y más cautela frente a un rival menor. La  postura colectiva de un equipo no se mensura por un amistoso, aunque en el caso de Newell's sí dio evidencias que la pretensión para el 2024 no será buscar permanentemente poner de rodillas al rival. En ese sentido, lo que está craneando Larriera es un Newell's con menos vértigo y más posicional que el que se vio con Heinze. De hecho, el técnico uruguayo utilizó a dos nueve como Guillermo May y Genaro Rossi que siempre fijaron a la defensa del River

Es indudable que la vuelta de Ever Banega a Newell's debe entenderse como un acto de amor a la camiseta. El exvolante de la selección argentina siempre paseó su fanatismo por los colores rojinegros por todos los lugares en los que jugó. Todo lo que se diga o escriba alrededor de esta operación que sacudió el mercado de pases que no tenga que ver con la decisión afectiva que tomó el futbolista es hablar por el mero ejercicio de hablar. La realidad es que Banega hubiera engordado aún más su abultada cuenta bancaria quedándose a cumplir el contrato en Al-Shabab de Arabia Saudita o aceptando la oferta de Boca. En cualquiera de las dos opciones hubiera ganado más dinero del que ganará en Newell's.   Separada la hojarasca de lo estrictamente afectivo , ahora conviene preguntarse si la dirigencia leprosa activó el operativo seducción por Banega porque realmente necesitaba a un jugador de 35 años con esas características futbolísticas o buscó con la llegada de Ever amortiguar el golpe

Ni el más entusiasta hincha canalla se arriesgaría a asegurar que Central arrancará como uno de los serios candidatos a ganar la Copa. Alguno podría pensarlo como un acto de extremo deseo, como un sentimiento tan propio de la gente de Central. Pero la verdad es que habitualmente a la Libertadores la ganan los equipos que alguna vez ya la ganaron o, en su defecto, un equipo brasileño que rompa con los moldes futbolísticos como fue Fluminense en 2023. No es obra de la casualidad que las últimas cinco ediciones se la repartieron Flamengo en dos oportunidades, Palmeiras también en dos y la mencionada consagración del Flu. A no ser que ocurra algo inhabitual, el actual tiempo de la Libertadores está hecho a imagen y semejanza de los equipos brasileños o para River, más allá de que no esté más Marcelo Gallardo como técnico. No se menciona a Boca porque en el 2024 sólo jugará la Copa Sudamericana.  El gran mérito de Central no sólo será que se codeará con los mejores del continente, sino que

Para saber cómo jugará el Newell's de Mauricio Larriera bastará con pegarle un vistazo al arquero titular que elegirá el técnico uruguayo para ocupar el arco rojinegro. Si con algo se encontró Larriera en estos primeros días de pretemporada en el predio de Bella Vista fue con una superpoblación de arqueros, ya que cuenta en el plantel con Lucas Hoyos, Ramiro Macagno y Williams Barlasina. A primera vista cualquiera diría que el DT la tendrá complicada para elegir al titular que arranque con su ciclo, pero la verdad es que el mejor de los tres es Lucas Hoyos.  Aquellos que se animan a comparar a Hoyos con Macagno y Barlasina son los mismos que en su momento criticaron el ciclo de Gabriel Heinze como DT leproso cuando el fracaso ya se había consumado. Son los que hablan con el diario del lunes debajo del brazo. Los oportunistas de ocasión que siempre pululan en los clubes. Porque cuando el Gringo asumió el desafío de conducir al club de sus amores, esos mismos no sólo no despotricaba