El ojo crítico de Mauricio

  Si no fuera por la enorme gestión que está llevando adelante Rubén Darío Insúa como técnico de San Lorenzo, el club de Boedo probablemente hoy estaría volando en mil pedazos y con serias chances de irse al descenso. El Gallego (así lo apodan a Insúa) no sólo le dio al equipo una identidad de juego reconocible, como se vio perfectamente el sábado en el empate ante River en el Nuevo Gasómetro, sino que le entregó en bandeja a la institución la receta para saber manejarse en el sosiego y no en la permanente convulsión de los últimos años. Pero de ahí a creer que Insúa reinventó el fútbol o es la reencarnación de Rinus Michels hay un océano de distancia. Es cierto que River no pudo convertirle un gol a San Lorenzo y que generó por impericia propia menos de las situaciones de gol que habitualmente genera y, sobre todo, porque el equipo de Insúa defiende como los dioses. Aunque de ninguna manera San Lorenzo se impuso en la batalla táctica a River, como se les escuchó repetir como loritos