Di María, el pibe que heredó un mandato familiar y formó una gran familia
Por Mauricio Tallone |
Se nota que Di María está moldeado con
buena madera. Es un pibe de una sensiblería especial. Forjado a imagen y
semejanza por lo que le inculcaron sus padres Diana y Miguel durante aquella
infancia de necesidades en la calle Perdriel, en el noroeste rosarino. Ellos le
enseñaron a nunca resignarse y a perseguir el objetivo hasta conseguirlo. Y
ahora su familia, con Jorgelina y sus hijas Mía y Pía como principales
sostenes, terminaron de tallar a ese buen tipo. Di María pagó con creces todas
las deudas pendientes que él mismo se impuso en esa cabeza que siempre funcionó
a ritmo de taquicardia. Si vuelve a Central está bien y si no regresa algún día
también estará bien. Quedó a mano con la vida. Porque no traicionó ese mandato
familiar que tanto les inculcaron Diana y Miguel junto a sus hermanas, y porque
formó una gran familia con Jorgelina y sus hijas, quienes lo cobijaron hasta hacerlo
sentir realizado.
Comentarios
Publicar un comentario