Coronel Aguirre campeón, la leyenda continúa


Alguna vez quien escribe estas líneas le preguntó a Diego Lavezzi, en el medio de una de las tantas sobremesas vividas, por qué sufría y gozaba tanto por Coronel Aguirre. Y Diego, con la simpleza de quien nunca repara en sensiblerías baratas, contestó sacándose el ropaje de presidente del club que acaba de consagrarse campeón de la Rosarina por cuarta vez en su historia: "Chabón (apodo del lunfardo con el que se refiere cuando me habla), sabés por qué sufro y gozo tanto por Aguirre. Porque es mi casa. Y las cosas que pasan en tu casa siempre te hacen sufrir y gozar".

Diego Lavezzi, el alma máter de esta nueva consagración, radiografió con el corazón en la mano este nuevo momento de goce que está viviendo esa populosa barriada que transpira pasión cada vez que juega el querido Coronel Aguirre. Es que la única manera de entender la devoción que siente esa gente cada vez que la convoca el club de su vida es inmiscuirse en ese mundo sólo habitado por el sacrificio y la devoción por los colores rojo y verde. Cualquier otra mirada que quiera realizarse para comprender el fenómeno que provoca Aguirre es un ejercicio inconducente. Porque Coronel es la voz de su gente, su identidad, sus raíces y esas calles que serpentean la majestuosidad de esa mole de cemento que es el estadio Ezequiel "Pocho" Lavezzi. 

Justamente qué decir de Pocho que no se haya dicho. Para Ezequiel, Aguirre es su mundo. Su gente. Donde Pocho se siente realmente feliz de haberse criado y nacido en el barrio que siempre lo cobijará con el amor que se siente por un hijo pródigo. Por eso este nuevo título convoca a aquellos recuerdos cuando él despuntaba el vicio de jugar a la pelota con la única esperanza de divertirse con sus amigos de toda la vida. Muy lejos de ese estrellato que construyó después gracias a una carrera profesional rutilante.

Para la familia Lavezzi involucrarse en la vida de Coronel Aguirre es un acto tan sincero como respirar el aire de todos los días. En ese sentido, Diego desde Rosario y Ezequiel desde algún lugar en el mundo, son los ideólogos de llevar adelante un proyecto integral para convertir a Aguirre en un club en pleno crecimiento. En una institución con señales indelebles de estos tiempos de globalización, pero sin resignar esos signos identificatorios que duermen en el escudo que ahora lucirá orgulloso otra estrella. En esa tarea, Diego y Ezequiel convocaron a un grupo de amigos para que se involucraran en una gestión que hoy empezó a dar sus frutos con la obtención del título de la Asociación Rosarina de Fútbol, la cuarta estrella en la historia de Aguirre en la Rosarina. Las otras consagraciones fueron en 2006, 2009 y 2018. También luce en la camiseta una quinta estrella cuando logró el Federal C en 2013. 

Hace rato que Coronel Aguirre no es solamente un club de fútbol. Por más que los festejos de hoy estén vinculados con el fútbol de la primera división en la Rosarina. Desde esta nueva gestión, Diego Lavezzi junto a su círculo más cercano logró poner a Aguirre en el radar de la contención bajo el lema "un chico en un club es un chico menos en la calle". Para ello, contó con el aporte invalorable del estado gracias a la injerencia del intendente Alberto Ricci (socio honorífico del club) y a la contribución económica del empresariado de la región que vio en Aguirre a una institución involucrada en la contención social y en la formación de niños como seres humanos más allá del tallado del futbolista.

En lo estrictamente futbolístico, este título de la Rosarina se logró por una sumatoria de decisiones trascendentes que se tomaron en su momento. Una de ellas fue la llegada del exfutbolista Daniel Quinteros como el mánager responsable de todo lo relacionado a lo futbolístico. El Negro realmente profesionalizó todas las áreas del club y tomó determinaciones relevantes para que Aguirre diera pasos agigantados. Por ejemplo, eligió en pleno torneo interrumpir el ciclo de Gastón Romero, quien estuvo en el banco en las primeras 15 fechas, y le dio la oportunidad a Cristian Colusso. Fue una decisión arriesgada que terminó de darle la razón a Quinteros porque el equipo siguió por la senda del triunfo hasta que Quinteros decidió dar un paso al costado por razones personales y con él también se fue Colusso. Igual, el legado que dejó Quinteros hasta el día de hoy se disfruta bajo la conducción de Alberto Boggio, quien reemplazó a Colusso. El equipo nunca se vio resentido por esos cambios de mando en el banco de suplentes y desplegó un fútbol que no dejó dudas a lo largo del torneo. 

En el trabajo de profesionalización y generación de recursos que impulsan Diego y Ezequiel Lavezzi, también cumple un rol preponderante en la gestión más orientada a lo administrativo el exfutbolista Gabriel Loeschbor, amigo de Diego y empresario exitoso de la ciudad. Claro que detrás de ellos hay un grupo de gente, amigos de toda la vida de la familia Lavezzi, quienes le ponen el corazón y el cuerpo para que Coronel Aguirre progrese todos los días un poquito más. 

De pie señores. Coronel Aguirre se consagró campeón con todos los honores. Aquel club que soñaron Diego, Ezequiel y la familia Lavezzi en los tiempos en que la comida escaseaba, pero igual se compartía, hoy es cada día un poquito más grande. Como se enorgullecen los Pibes Bravos cada vez que uno se cruza con ellos, Aguirre es grande por su gente y por ese empuje que lo transforman en una verdadera leyenda.     







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