¿Demichelis o Barco? En River ya no hay lugar para los dos



En un club de la envergadura mundial de River, el episodio que protagonizaron el técnico Martín Demichelis y el jugador Esequiel Barco en Tucumán es motivo más que suficiente para que una de las dos cabezas hoy estuviera rodando barranca abajo del club. Si realmente en River se respetara la conducción piramidal, Barco debería ser citado por los dirigentes millonarios para rescindir su contrato. Fue una situación demasiado grave como para que nadie pague los platos rotos. No se arregla con haber sacado en el entretiempo al jugador desobediente. Es Barco por desobedecer la orden de un superior como el técnico o es el propio DT porque no puede continuar en el cargo luego de que un subordinado suyo, en este caso Barco, lesionó hasta el ridículo su autoridad ante los ojos de todos y, sobre todo, ante el resto de sus dirigidos. 

Este tipo de conflictos dentro de un plantel hay que resolverlos de raíz porque sino se expanden como una mancha de aceite y ocurre lo que pasó cuando trascendió el famoso off the récord de Demichelis junto a un grupo de periodistas. En ese momento la cosa se cortó por el hilo más finito como fue despedir al jefe de prensa Ricardo Dasso, quien fue señalado como el que había filtrado lo que dijo Demichelis en esa reunión de algunos futbolistas, entre ellos Enzo Pérez. Con la destitución de Dasso, el ambiente puertas adentro siguió siendo convulsionado con el técnico y ni siquiera el triunfo en la Bombonera ante Boca logró arreglar una relación entre el DT y el plantel que está rota desde ese mismo instante. Enzo Pérez no sólo se fue de River a fin de año por su mala relación con Demichelis, sino que aceptó la oferta de Estudiantes, club con el que también tiene una relación de afecto, dejando en evidencia que la convivencia con el DT ya era cosa juzgada. 

La ida de Enzo Pérez de River viene a cuento de todo esto porque lo que pasó el miércoles entre Demichelis y Barco en el momento del penal puso de nuevo en la superficie la falta de autoridad de Demichelis con el plantel. Es cierto que esperó hasta el entretiempo para sacar a Barco y luego en la conferencia de prensa desactivó la bomba con bastante cintura política. El tema es que se repitió otro episodio con un jugador en el que el DT queda desautorizado y así es complicado seguir adelante, sobre todo en un club de la resonancia de River en el que todo el mundo te cuenta las costillas todo el tiempo. 

Demichelis debe irse porque no entendió que el que manda es él y punto. Cuando se conduce a un grupo no hay lugar para deliberar las decisiones. Porque se rompe la cadena de mando y una vez que pasa eso ya es imposible reconstruirla. Y más como ocurrió en este caso. La indicación del DT fue clara a la hora de decir que el designado para patear el penal era el colombiano Miguel Borja. Si Demichelis tuviera al plantel en un puño, bastaba con decirle a Borja que lo pateaba y listo. El colombiano también debió imponerse ante la actitud irresponsable de Barco. ¿De qué manera? Muy simple. Le sacaba la pelota a Barco. Incluso, si hubiera sido necesario, se ponía adelante de la pelota en el punto del penal evitando que Barco pateara. Es verdad que se hubiera estado en presencia de una imagen realmente payasesca ver a Borja poniéndose adelante de la pelota para evitar que su compañero ejecutara. Acaso no fue también grotesco observar cómo Borja y Barco tenían una pelota cada uno y discutían a la vista de todos para ver quién pateaba el penal. 

Así como la mayoría de la gente quiere que se aplique la mano dura para controlar los índices de inseguridad en el país, Demichelis debe entender de una vez por todas que para que el plantel no se le desbande debe alzar la voz de mano y actuar en consecuencia. Lo que vivió con Barco no puede quedar así. El DT debe pedirles a los dirigentes que le rescindan el contrato o que lo separe del plantel a Barco. Si no ocurre eso, debe ser el propio Demichelis quién tome la decisión de dejar el cargo como técnico de River.   


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